Gateway [libre]

Era una pequeña salida. No estaba de malas, tampoco acababa de rechazar a un cliente. En mejores palabras, terminaba desde hacía largos minutos con un servicio. No hubo ninguna clase de contacto gracias a que el cliente tuvo que salir medio disparado de allí. A pesar de ello tuvo la necesidad de tomarse unos minutos antes de regresar al “servicio”. Como si buscara que nadie lo viera, caminó hasta el lugar de manera sigilosa. Se inmiscuyó entre las personas, algunas pasadas de copas y otras más sobrias, hasta llegar al baño. Una vez dentro pudo suspirar con alivio. Un par de empleados más salían de los compartimientos y de manera disimulada se puso frente al espejo. Se miró fingiendo que arreglaba uno que otro detalle importante de su apariencia. A través del reflejo se aseguró de que cada uno de los empleados abandonara el baño.

Se acomodó pulcramente el cabello y cuando ya no quedó nadie, vio su reflejo. Entonces empezó a divagar. ¿Qué sería de él si no estuviera trabajando en el Moulin Rouge? Veía dos opciones. Aún viviendo con aquel bueno para nada y hundiéndose en las deudas, o superado y trabajando en una profesión que no tuviera que ver con lo carnal y la seducción. En ocasiones pensaba que esa era una buena opción y llegaba a gustarle. Verse e imaginarse como una persona más del montón, sin tener que ejercer esos “servicios” era agradable. Pero de manera contradictoria, no se quejaba de su trabajo. Era peculiar, extraño a los ojos de otros ajenos al asunto, pero con el tiempo trabajando cada empleado terminaba atemperándose, tomándole cierto gusto a la atmósfera del Moulin Rouge, al trabajo que le tocaba.

Giró el grifo y el agua comenzó a correr. Al estar el baño vacío podía escucharse el eco que causaba el líquido al chocar en el fondo del lavamanos e irse por la tubería a quien sabe dónde, directo por los acueductos. La visualizó correr antes de atreverse a juntar ambas manos y atrapar algo de agua en ellas. Húmedas, pudo llevarlas a su cara y humedecerla con el líquido frío, que al contacto causó que la piel se le erizara. Volvió a mirarse en el espejo y visualizó un par de gotas resbalarse por la piel y caer a la superficie del lavamanos. Repitió el proceso y despejó su cara de las gotitas cristalinas, absorto en la tarea y a la vez pensando que debería avanzar antes de que quién sabe qué persona pudiera pensar que tardaba demasiado en los baños.